sábado, 6 de marzo de 2021

EL ZODIACO, EL CÍRCULO Y EL MOVIMIENTO ESPIRALADO

6 de marzo 2021

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CÓDIGO DE BASE O "ADN" DEL UNIVERSO QUE CONOCEMOS 
(O CREEMOS O ANHELAMOS CONOCER).

La observación del movimiento de los cuerpos celestes ha sido el origen de la geometría (no a la inversa).
Imagen del film "Agora" de Alejandro Amenábar. Representación de Hypatia, la gran filósofa neoplatónica (astrónoma y matemática) del siglo V d C. (encarnada por Rachel Weiss).

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Material no editado, para uso interno de los cursos para principiantes
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El movimiento helicoidal (espiralado 3D de las esferas) de todo lo que se mueve en el espacio -incluyéndonos- fue representado según la fórmula pitagórico-euclidiana 2D, que en lo que sigue recorreremos.

La GEOMETRÍA SAGRADA también surge de este diseño geométrico.

¿Por qué la división en DOCE ÁNGULOS? De nuevo, primero la astronomía y luego la geometría. Hay DOCE lunaciones (vueltas de la Luna alrededor de la Tierra) durante un año, "con una yapa" y por eso a veces hay 13 fases. Es porque el círculo geométrico (360°) es nuestra representación divisible en el plano. Pero en los sistemas astronómicos rige "el tironeo" de la ley de gravedad, entre otras fuerzas. Ninguna órbita de planetas ni de satélites naturales es circular sino elíptica, a veces leve y a veces pronunciada.

EN LO QUE SIGUE nos abocaremos a la representación en 2D o sea, al CÍRCULO según sus cuatro cuadrantes, viendo en qué fase se esconde -o se gesta- la aparición del movimiento espiralado. Cada ángulo genera al siguiente. Imposible comprender su sentido si no se los lee secuencialmente. Con el Zodíaco ocurre lo mismo: es un proceso, un discurrir fase a fase. Imposible comprender su sentido si se estudian los signos -ángulos- por separado.

Uso palabras entre comillas cuando se expresan cualidades antropomórficas útiles para la comprensión del texto.
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PRIMER CUADRANTE: LA VIDA ES ENERGÍA QUE DEVIENE EN MATERIA.
Singularidad inicial, de la que deriva el tiempo y el espacio. Tres fases simultáneas, no en despliegue cronológico.

1.ARIES (Grado cero)

Manifestación. Irrupción. Es el gozne cardinal que da origen al cuadrante. Explosión. Arranque. Aceleración. Calor. Acción. Fuerza. Movimiento irradiante, hacia afuera (+)
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El uno: anverso que al mismo tiempo implica reverso.


2.TAURO (30 grados)

Si la energía siguiera acelerando (arianamente) sin parar, se desintegraría. Adviene por necesidad la desaceleración. Inercia. Masa. Peso. Volumen. Lentificación. Movimiento absorbente, hacia adentro (-).
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El dos: reverso que a la vez implica anverso.


3.GÉMINIS (60 grados)

Distinción de cargas (+ -) de las dos fases previas. Vínculo, relación entre esos dos polos. Movimiento abierto, ramificado, diversificado, relaciones múltiples e imparables a partir de esos dos polos. No hay límite alguno para esa apertura.
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El tres: anverso y reverso de la misma unidad, que en esta fase devela su dualidad intrínseca.

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SEGUNDO CUADRANTE: LA FORMA "SE AUTO-EXPRESA" y ENCUENTRA SU LÍMITE
La energía creativa se localiza.

4.CÁNCER (90 grados)

Estabilizan las múltiples relaciones (geminianas) y adviene la forma como gozne cardinal de este cuadrante. La forma crece en un espacio (acotado) y se despliega en el tiempo (cronológico). Ese espacio acotado será el ámbito, la morada de la Vida y requiere un aislamiento y un límite. El adentro (-) es protectivo: se trata de excluir para proteger, aquietar para durar, durar para crecer.
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El cuatro. El círculo en dos dimensiones se delimita por los 4 puntos cardinales. Se mueve y se revela como una esfera que, al rotar y trasladarse, “experimenta” las 4 estaciones.


5. LEO (120 grados)

La forma (canceriana) ha conservado el fuego del primer cuadrante e irradia (+), tornándose creadora. La irradiación se verifica ahora desde un centro localizado. La estrella es una diferencia creadora-irradiante, un horno situado en un sistema del espacio. Todo vuelve a irradiar, las estrellas se multiplican y son big-bangs derivados.
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El cinco: la tangente “cree”, cuando toca el grado 120 del círculo, que puede seguir en línea recta, independizándose del círculo.
El pentágono es un polígono de 5 lados inscripto en el círculo: a partir de él se dibuja la estrella de cinco puntas, el pentagrama.


6. VIRGO (150 grados)

La forma irradiante (leonina) “advierte” que no puede independizarse del círculo porque está inserta en órdenes, matrices, sistemas, que la anteceden: el patrón creativo. Hay un orden matricial anterior -previo- en el cual toda forma singular se inscribe, un orden implícito en la realidad, que es creativo. La forma, reiteremos, “advierte” que no es autónoma sino que aparece dentro de algo que la antecede, de una matriz inteligente. El nacimiento de una forma implica, sincrónicamente, la puesta en acto de una matriz creativa o -dicho de otro modo- que las cosas ya son en su comienzo.
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El seis: 3 + 3. Se suman los dos cuadrantes iniciales. En el viaje por el círculo, la tangente está “obligada” a doblar y así dobla, se “enrula”, cierra (-) el segundo cuadrante. Con estos dos cuadrantes de tres pasos cada uno aparece la estrella de seis puntas (la estrella de David formada por dos triángulos cruzados). El primer triángulo ya aparece en Géminis, donde el Zodíaco expresa lo creativo a través del primer tres. El segundo triángulo aparece en Virgo -dos veces tres- expresando que la energía creativa se ha duplicado en la forma. Esta unión de los dos triángulos significa, en otros términos, la unión del Espíritu y la Materia (dicho en los términos esotéricos de la Era de Piscis).

Igual que la estrella de cinco puntas dibujada en Leo, la de seis puntas también se obtiene por la infinita inscripción, hacia adentro y hacia afuera, de sus propios puntos. En el interior de la estrella de cinco puntas leonina, se inscribe el pentágono (prolongándolo hacia afuera, ese pentágono contiene a su vez al círculo). Ahora con la estrella de seis puntas dibujada en Virgo, de manera análoga, se inscribe el hexágono (y prolongándolo hacia afuera, ese hexágono contiene a su vez al círculo). O SEA: Como es adentro, es afuera. Estamos nuevamente ante la lógica sagrada de la geometría pitagórico-euclidiana, que nos revela al macrocosmos inscripto o espejado en el microcosmos, y viceversa.

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TERCER CUADRANTE: LA FORMA ENCUENTRA SU OTRA PARTE.

Ambos polos -la forma y su contra-forma- "resisten" pero finalmente “mueren” en un nivel. Para generar una tercera parte, neutra, en (y de) otro nivel.


7. LIBRA (180 grados)

La forma que ya "había aceptado" su diseño ordenado (virginiano) sigue su viaje rumbo al otro hemiciclo y allí “descubre” que hay mucho más espacio. Aparece la amplitud total (+). Comienza la parte del recorrido en el cual la forma, como un polo, descubre lo absolutamente distinto de sí. Por primera vez un polo "puede ver" enfrente al otro, opuesto y complementario. En este caso, Libra "puede ver" a Aries. Aparece en el círculo la lógica de la compensación y del equilibrio en movimiento. Todo lo que ES, es complementario y se da en el encuentro con lo opuestamente diferenciado. Aparece la necesidad, en el viaje por el círculo, de lo constitutivo vincular. No hay ningún sujeto individual completo, ante esta lógica activa de la existencia. El sujeto es el vínculo.

El gozne cardinal de este ángulo, habilita el encuentro de los polos opuestos (Aries-Libra), "ansiado por el deseo de la totalidad”. Se revela el equilibrio (Libra) como un estado profundamente dinámico que genera nuevas realidades a partir de arriesgar nuevos desequilibrios (Aries). En este diálogo, en esta fluctuación delicada y sutil, reside la creatividad de la Vida. La forma y su contraparte “danzan” sin posibilidad alguna de simbiosis, sino que lo hacen en dualidad acoplante. Se revela que el orden previo (virginiano) es el aviso de una coreografía armoniosa de la totalidad.

Termina de caer "la ilusión de la independencia" de la parte. Nada es en sí mismo porque todo es complementario. En Virgo se revela el diseño del sistema homeostático (compensatorio, a la manera del Yin y el Yang). En Libra la fase indica la homeostasis misma, no desde la teoría sino desde la acción como movimiento que responde, que reequilibra una acción opuesta. Aries desequilibra y luego Libra, a su turno, reequilibra ese desequilibrio ariano.
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El siete: 3+4= 7. El número de la totalidad. El 3 más el 4 representan "el Cielo", lo creativo originario (el 3 de Géminis), en unión con la Tierra, lo receptivo (el 4 de Cáncer). El siete indica orden completo, período, ciclo. Es la completitud, el retorno al equilibrio. Junto con el 3 y el 12, el 7 es el número más reiterado en los “libros sagrados” de la Era de Piscis.


8. ESCORPIO (210 grados o -150)

En este ángulo aparece la transición fundamental en el camino de la forma por el círculo: el retorno activo de lo excluido en la fase canceriana, ángulo de 90° (definida por la exclusión del “afuera”). Este polo “del afuera” se presentó en Libra y ahora al curvarse el recorrido por el círculo, pide fusionarse con el polo interno (-). En la fase escorpiana, se rompe la exclusión canceriana y se fusionan los dos polos que en Libra “bailaban a distancia”. Uno de esos polos había quedado afuera, constituido por el núcleo creativo originario de la vida. Ese núcleo -el fuego de Aries materializado en Tauro y visibilizado con la dualidad fundante en Géminis- había sido “protegido, moderado, domesticado” dentro de la forma canceriana. Gran parte de su fuerza creativa había quedado afuera.

El Zodíaco muestra aquí que todas las formas son Vida en crecimiento y por eso necesitan el alimento del fuego originario. Y a la vez, que no hay formas eternas porque su diseño temporal tienen en un extremo el nacimiento y en el otro la muerte. Las constituye el continuum, el entrelazamiento infinito entre “vida-muerte-vida-muerte...”. Corresponde a la ley de la autorregulación que unas formas mueran para que nazcan otras. El momento escorpiano es muy peculiar porque muestra la potencia de un movimiento que crea y destruye formas. Los polos en colisión (las formas previas) “no van a querer morir”, van a expresar resistencia a través de la fuerza y potencia de cada una. Hasta que la inevitable fusión lleve a que mueran en su diseño originario. Una estrella es una forma irradiante que, al colisionar con otra, muere en su formato anterior. Pero al fusionarse ambas luego de esta colisión (en la fase o ángulo que sigue a Escorpio) se generará a la vez “más combustible”, más vida creadora. Habrá transformación y renacimiento de la Vida.
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El ocho: 4 + 4 (forma + forma) pero representado en horizontal, como el signo del infinito. Las dos formas "luchando" en el mismo plano, en el mismo nivel, "buscando eternizarse y no morir". La “lucha” no será infinita pero sí lo será el proceso de transformación de la energía, reiterándose este proceso una y otra vez, a partir de lo cual en cada reiteración, se generará el nuevo fuego renacido.


9. SAGITARIO (240 grados o -120)

Lo neutro en la forma: el misterio del nuevo tres. Después de la transformación de los dos polos “en lucha, en colisión”, el viaje es ahora neutro, potente y fluido a la vez. Sólo se trata de ir hacia lo abierto (+) porque ya no hay polarización, ya no hace falta optar por una cosa o por la otra. La tensión aflojó porque estamos casi en el punto culminante de ese “pedal circular” que tanto costó poner en movimiento. En el microcosmos, en el universo de la micro-partícula, el diseño es análogo. El neutrón fue descubierto después del electrón y del protón y su descubrimiento fue fundamental. Luego vino el debate con los neutrinos, pero en nuestra analogía no cambia nada. Al principio se creía que sólo había protones y electrones, o sea, polo positivo y polo negativo; y que ese par se equilibraba entre sí. Sin embargo, luego se descubrió que la existencia material del neutrón era indispensable para este equilibrio. Aunque se dice que el neutrón no tiene carga en realidad está compuesto por tres partículas elementales cargadas llamadas quarks, cuyas cargas sumadas son cero. Esto nos vuelve a conectar con el enigma del tercero que es neutro y sin embargo es algo, o sea, lo neutro aparece en el camino de la forma. Es fundamental para el despliegue de la energía en el universo -por consiguiente, de la materia que deviene en formas- que haya cargas que no tengan carga. O sea, que haya presencias que no tengan, aparentemente, presencia.

Lo profundo de Sagitario es esta fluidez esencial de la vida, que no queda atrapada en ninguna regla de "sus propios juegos" -no queda atrapada en su propia red- porque lo que subyace es el movimiento, las múltiples dimensiones de la realidad. La energía circula y se mueve siempre, silenciosamente. Por eso limpia y destraba de todos los modos imaginables: naciendo, muriendo, destruyendo, recreando.

La forma murió (en Escorpio) y renació (en Sagitario) una y otra vez, verificándose que la vida es un continuum (circular pero espiralado) y que en esto consiste su dirección, el para qué de su recorrido. Al morir ocurre (hay) algo que suelta, que trasciende los polos, que está más allá de ellos. Sagitario es el punto en el que “la conciencia de la forma” incluye y comprende que siempre están presentes todos los niveles y todos los planos, en cada vuelta del Zodíaco.
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El nueve: 3+3+3 completa el recorrido por los tres cuadrantes que son a su vez triplicidades. Se genera el triángulo equilátero, el del equilibrio: desde el grado cero al grado 120 y de éste al grado 240 (o 120 menguante). El nueve implica “la correcta división en tres”, insertando en el camino de la forma lo que en el primer cuadrante se había expresado en Géminis, antes del nacimiento de la forma. Hace que el círculo pase del plano (dos dimensiones) al volumen (tres dimensiones) y devenga en espiral, sin esfuerzo y con fluidez, manteniendo el equilibrio como esas escaleras prodigiosas de algunos edificios renacentistas.

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CUARTO CUADRANTE: LA LEY DEL MOVIMIENTO CIRCULAR-ESPIRALADO REVELA SU ESENCIA.

Sostener y cohesionar hasta que culmine el circuito circular. Luego de lo cual sólo queda el salto de nivel, rumbo a otro círculo más amplio e incluyente. Fuera del tiempo secuencial nuevamente, por lo que en simultáneo se revela la energía como movimiento de ascender y descender a la vez.

10. CAPRICORNIO (270 grados o -90)

El gozne cardinal que marca Capricornio al inaugurar el cuarto cuadrante indica un gigantesco salto de plano (que lo sagitariano ya le había dejado preparado). Lo definimos como culminación de un proceso. Es la llegada del movimiento de la energía que viene alimentando a la forma (desde la fase canceriana) a un punto de máxima luego del cual sólo cabe descender (-), hasta llegar al final del recorrido. Capricornio es el ángulo que simboliza ese punto o mojón de la realidad (dentro de este camino circular/espiralado ineludible).

Esta máxima expresión -en el recorrido del camino circular/espiralado- se sostiene en la presencia de aquello que no varía y que se manifiesta como esencial. En Capricornio paradójicamente lo importante ya no es lo concreto, sino el armazón que está por detrás de lo concreto. El campo dentro del cual se realizaba la experiencia aparentemente ilimitada pero aún dentro del camino de la forma originada en Cáncer -cuya dirección se nos había revelado en Sagitario- desnuda en este ángulo culminante su íntima estructura, su fórmula. Pero culminar no es terminar ni cerrar el recorrido. Si el camino de la forma terminara aquí, ya no habría nada más por recorrer salvo las infinitas variaciones de lo mismo porque la esencia o ley se ha hecho explícita. Aquí hemos llegado al límite en el camino de la forma. Para Capricornio, para esta fase del recorrido, simplemente es así, es un hecho que el círculo debe empezar a volver sobre sí mismo, porque no es “sólo un círculo” sino al mismo tiempo una espiral.

No hay contraposición entre “el deseo” de la parte (la forma) y la ley del Todo, porque la parte "ha comprendido" que es parte del Todo. En cuanto al tiempo cronológico, es constitutivo de los hechos y de la realidad dentro de este recorrido de la forma, desde Cáncer a Capricornio, como una estructura que está por detrás de la realidad.
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El diez: 1+0=1. La Ley de lo que se originó en Aries (1), el ángulo cardinal del primer cuadrante, se expresa ahora como algo culminante y perfecto, realizado, en el ángulo cardinal del cuarto cuadrante.


11. ACUARIO (300 grados o -60)

Estancarse en la repetición del camino de la forma -retornar al ángulo canceriano y desde allí volver- astronómicamente es imposible. La Tierra gira alrededor del Sol y éste la lleva, junto a los demás planetas, en su viaje por la galaxia. El movimiento es por lo tanto inevitablemente espiralado y abierto (+) y a este ángulo acuariano le toca dar un salto más allá de la forma culminante capricorniana (el círculo en dos dimensiones). El estancamiento, la repetición o el retorno al pasado es sólo un producto de la conciencia humana. Es la penuria de la inmadurez psicológica del humanx sapiens-sapiens, por lo menos hasta ahora.

En este salto hacia lo abierto la realidad se revela como ondas de energía, como una red que circula a través de diversas y múltiples formas pero fuera de las categorías habituales de percepción espacio-temporales.

Si en Capricornio tenemos la tentación de que “la parte sea el Todo” y de que haya un solo camino y una sola manera de ver la Totalidad, Acuario irrumpirá con un poderoso “insight” y es que ello, junto con el tiempo secuencial y el límite espacial, son meras ilusiones. Profundamente, este ángulo es “la percepción” de que los doce signos son necesarios y que en las doce diferencias se expresan la Totalidad y la Creatividad. Cede “la fantasía” de que haya una parte absoluta.

La energía creadora como tal, expresándose en formas, cobra por primera vez identidad por sí misma.

Así como Leo, el ángulo opuesto, es la “conciencia de la estrella” que en su exuberancia creativa condensa el Big Bang en un punto localizado dentro de un sistema -una constelación- en el espacio, Acuario es la “conciencia de constelación”: no hay una parte que sea todo. Lo que hay es circulación creadora de las partes, su entramado o red. Ya no hay peligro de que una parte “domine” a la otra, anule a la otra o se superponga a la otra.
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El once: 1+1=2 indica dos veces lo activo y creativo (1+1), dando por resultado lo receptivo (2). Es decir, es un número receptivo, pero está formado por lo activo. Esta es la paradoja. Es el signo intermedio del último cuadrante, en espejo al de Tauro (2), signo intermedio del primer cuadrante, que también se puede definir como 1+1=2.


12. PISCIS (330 grados o -30)

Profundamente, lo que se está expresando en Piscis es el movimiento mismo del zodíaco, la circularidad generada por el movimiento que va en un sentido y retorna en el otro, que asciende para luego descender. Y luego repetir hasta “el infinito” dicho diseño. La energía termina de disolver los últimos vestigios de las formas-que en esta fase mueren por disolución- y se mueve “bajando” (-) de nuevo al círculo, pero yendo a lo profundo del mismo, a sus zonas latentes y aún no manifestadas. Lo que está en el fondo como “semilla de fuego” del primer cuadrante asciende y la energía ya en estado puro del último cuadrante desciende: es el movimiento profundo de lo espiralado. Todo en el universo se mueve de esta manera, como el sacacorchos que baja y el corcho que sube, entramados. ¿Es ascenso o es descenso? Ambas cosas a la vez. “Como es arriba es abajo, como es adentro, es afuera”.

Se trata de la unidad en movimiento de la totalidad. En Escorpio este movimiento de ascenso y descenso aún “estresaba” a las dos formas en colisión y alquimia de fusión. En Piscis reina la disolución final de las formas y sólo existe el movimiento de la totalidad, por lo tanto, no hay diferencia entre lo que asciende antes y lo que sale último. Desde el punto de vista de la energía no hay allí ninguna diferencia, sólo se trata del movimiento.

Piscis es el movimiento y la lógica misma de la energía -que devendrá en materia y luego en forma- en su ascender y descender. Es la unidad profunda de todo lo que existe. Por eso el énfasis en este signo es que no hay borde, no hay límite, no hay sensación de separación.

Comprender la lógica de este movimiento circular/espiralado es fundamental para iniciar nuestro contacto con el Zodíaco.
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El doce: 1+2=3. Lo creativo (el uno) más lo receptivo (el dos) es igual a la totalidad creativa (el tres). Como pasaba en Libra, se vincula el 3 con el 4 (en el caso de Piscis también se puede decir 3x4=12, donde lo creativo (el 3) y la forma (el 4) ya no se vinculan como suma sino como multiplicación, y ello da por resultado la totalidad del recorrido (el 12). Por eso hay cuatro cuadrantes y cada cuadrante consta de tres pasos o fases. Piscis como tercer paso del cuarto cuadrante está hablando de la totalización. Se cumplió un ciclo completo y ahora está todo en “estado de “latencia” en ese final del ciclo. Es el signo mudable -final- del cuarto cuadrante, en espejo al de Géminis (3) del primer cuadrante, el de la unidad creativa.

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Y RETORNO AL PRIMER CUADRANTE: 360 grados=cero grado ...

... Para rearrancar siguiendo por un lado el mismo diseño circular, pero A LA VEZ en otro plano o dimensión, porque se trata de una circularidad espiralada.


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FUENTES:

ESTE TRABAJO LO GESTÉ HACIA LOS AÑOS 1988-89, inspirada en los intercambios con Eugenio Carutti, mi maestro introductor en la astrología. El prodigio mental-intelectual de Eugenio guiándome jupiterianamente en esa etapa, me permitió unir mis estudios previos en matemática y geometría con el diseño zodiacal. Si bien la astrología ya había golpeado a mi puerta en el año 1984, creo que sólo cinco años después pude “tocar” la magia profunda pitagórica del círculo. 

En paralelo otro maestro-amigo del Alma, Enrique Depietri, analista jungiano y maestro de analistas, me guiaba por la zona del "número como arquetipo" y a partir de ello, en las imágenes del inconsciente colectivo. A través de estos dos vínculos -Eugenio y Enrique- centrales en esa etapa de mi vida, conocí y profundicé todo lo que pude la obra de autores esenciales para este camino: Dane Rudhyar y Carl G. Jung. En el trasfondo a su vez de ambos autores, se me presentó la impronta impar y singular del maestro tibetano Djwhal Khul, cuyas aperturas esotéricas en lo astrológico llegaron a nosotros a través de Alice A. Bailey y sus textos de inconmensurable sabiduría.

De allí en más seguí por cuenta propia mi camino pero jamás dejo ni dejaré de agradecer la siembra poderosa de aquellos años ni de nombrar a quienes fueron mis maestrxs. Alimentaron mi gran giro, empujaron mi propio gozne cardinal.
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ow- marzo 2021

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